Por las extensas regiones del caluroso Serengeti,
Te vi meditando sobre la vida,
En algún recóndito lugar del Tibet misterioso.
Te vi llenandote de energía,
En las piramides del milenario Egipto.
Te vi cargando tus penas y las mías
Por las calles que del antiguo Israel.
Te ví llegar, como la magia en mi vida.
Sentí la paz que se siente en lo alto de la montaña.
Y ví que llevabas a Tikal en la sangre,
Vi el reflejo de Atitlán en tu mirada.
Nos abrazamos sin abrazarnos,
Nos miramos sin mirarnos.
Nos hablamos sin decir palabra alguna...
Nos conectamos y fuimos a conocer lo Eterno.
Fotografía: Juan Antonio López, 2012. |
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