Prístina, de un Espíritu ancestral.
Ahora eres una musa, apasionada,
Otrora fuiste una Diosa, inmortal.
La lluvia caía cuando desplegaste tus alas,
Así fue como lo vi a través de mi ventana.
Y divisé tu rostro hermoso, mágico, celestial.
Tu mirada profunda y esa sonrisa angelical.
Y la lluvia fue el cielo que lloró tu partida,
Cuando decidiste traer a la tierra tu beldad.
Cuando decidiste vivir como mortal, sufrir y amar…
Podría no decirte nada y morir este día.
A lo mejor podría escribirte un poema,
O cantar los versos de una canción desesperada.
Lo que tengo para ti no es lo uno ni lo otro.
A veces lo mejor es el silencio y sólo añorar…
El poeta... mirando a través de su ventana, una y otra vez!
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